Sobrio y saludable a los 61 años, Ozzy Osbourne tiene grandes planes para el próximo año y medio: aunque no tenga del todo claro algunos detalles. "¿No voy a hacer uno de esos putos discos de Navidad, no?", pregunta. Sí, lo va a hacer: Black Christmas se editará el año que viene, acompañado por un especial para televisión. Sharon, mujer y manager de Ozzy, se ríe mientras insiste en que habló de eso con él, pero "él está tratando de olvidarse de que eso pasó".
Ese proyecto va a ser la culminación de un extenso ciclo promocional que comenzó con el lanzamiento, el 15 de junio pasado, del décimo disco de estudio solista de Osbourne, Scream, y coincide con el regreso del Ozzfest y una seguidilla de seis días junto a Mötley Crüe y Rob Halford. Luego, Osbourne se va a embarcar en una gira de año y medio, la más larga que haya emprendido en su carrera, y que quizás aterrice por primera vez en países como Israel y China. También va a sacar ediciones por el trigésimo aniversario de sus dos primeros discos solistas (Blizzard of Ozz de 1980 y Diary of a Madman de 1981) con las pistas de bajo y batería restauradas (Sharon las había reemplazado en 2001 como respuesta frente a una demanda que le hicieron los músicos). En la gira, probablemente se toquen los dos discos completos.
La idea detrás del bombardeo promocional es conectar al público joven -ese que por ahí conoce al Osbourne del reality o quizá sólo oyó hablar del Ozzfest- con la música detrás del personaje. "Estamos volviéndolo a subir a Ozzy al caballo de la música, todo lo contrario al perfil que se fue formando con The Osbournes", dice el ex presidente de Sony Music, Michele Anthony, que está trabajando junto a su socio Danny Bennett y la gente de Osbourne en un plan de marketing para la estrella.
Cuando empezó la grabación de Scream, Sharon estaba decidida a que hubiera un himno para los jóvenes fans del deporte. "El target es «varones de 18 a 34 años»", dice el vicepresidente ejecutivo de Epic, Lee Stimmel. "Ese grupo lo encontrás en el mundo del deporte. Y en lugares como ESPN, la WWE y los videojuegos." Cuando Sharon escuchó una primera versión de "Let Me Hear You Scream" (antes titulado "Peter Pan Is Dead", inspirado en la muerte de Michael Jackson), estaba convencida de que ese track era la mejor opción. La canción ya entró en el Top 10 con dos versiones para radios de rock, sonó en transmisiones de la liga mayor de béisbol, fue la banda de sonido de una escena de disturbios en CSI: NY, y es probable que entre en la próxima edición del videojuego Madden NFL.
El sonido de Scream está pensado para ser una suerte de adaptación, agregando toques de producción procesada y contemporánea para que entre en las radios rockeras sin perder conexión con el sonido vintage de Ozzy. "Uno puede quedarse en los 80, o evolucionar", dice Osbourne. "Es un disco muy feliz. Es un poco mi época de Sabbath. Un poco mi época de solista. Y un poco moderno".
Este es el primer disco que Osbourne hace sin el guitarrista Zakk Wylde en veintidós años: los dos siguen en buenos términos, pero Osbourne dice que decidió que a Wylde su banda Black Label Society le robaba demasiado tiempo para el trabajo que hacían juntos. Así entró el nuevo guitarrista, Gus G., un demonio de Tasmania de 29 años nacido en Grecia y fanático de Tony Iommi; pero más que colaborar en la composición como hacía Wylde, tocó sobre pistas casi terminadas. "En realidad, existe una fina línea entre pensar en los fantasmas de antiguos guitarristas de Ozzy y que básicamente no te importe en absoluto", declara Gus. "Simplemente intento ser yo mismo y respetar el legado de Ozzy como artista."
Mientras, Osbourne vendió los derechos cinematográficos de su exitosa autobiografía I Am Ozzy. Sharon asegura: "El que haga de Ozzy tiene que ser un nuevo talento. Porque si hacés la gran Val Kilmer con The Doors, termina siendo todo muy hollywoodense".
Osborne está entusiasmado con la idea de salir de gira y ya piensa listas de temas. "Tengo una obra tan vasta como para elegir ahora", afirma. "Me gustaría hacer algunas canciones distintas de los Sabbath, y algunas distintas de Ozzy." Pero no le interesan demasiado las estrategias de marketing de su equipo. "Supongo que tienen que tratar de encontrar una manera de vender los putos discos. Soy un fucking rockstar. ¿Para qué carajo me quiero ir a sentar en una puta reunión de ejecutivos?".
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